Sacar punta al lápiz

Para los mas chicos y los más grandes

"Al ritmo de mi caballo"

El motivo de todas las artes del criollo surero, el promotor y el tema obstinado, es su caballo.

Plata labrada, cueros repujados para la montura y trenzados para los cabezales y los tientos; todo gira alrededor de su compañero de correrías por la llanura sin límites.

Conoce a la perfección el ritmo de los tres pasos con que se desplaza su cabalgadura. Entre los tres, elige uno: el galope centáurico, que se escribe en 6/8. Y sobre ese ritmo organiza casi todo su canto y su danza. 

En los rasgueos que improvisa se oye el repiquetear de los cascos de su parejero en suelo virgen, silencioso y solitario de la pampa:

Para marcar este ritmo usaba una onomatopeya: Pán-taléga-de-pán-teléga-de-pán

Son acentos rítmicos

Que fue el ritmo estructural de su cancionero. Pero, si se trataba de malambear, el ritmo acentual variaba, por ejemplo: Corta la cincha, chico el botón

Buscar los sonidos agudos y graves en los ritmos, y tocarlos con la “técnica del vaso”, utilizar vasos de plástico duro,  tapas de termo, latitas de gaseosa o cualquier otro objeto que tenga una sonoridad similar a los cascos del caballo, y percutirlos sobre el banco alternando mano y vaso, experimentando diferentes sonoridades.

Algunas ideas para trabajar en clase:

Inventar los ritmos que faltan del andar del caballo: el paso y el trote, y representarlos con onomatopeyas y/u otra simbología elegida.

Componer una secuencia rítmica : podemos hacerlo a partir de una pequeña historia en la que esté involucrado el caballo y realice los tres andares. Realizamos polirritmias en base a estos  ritmos, ya sea superponiéndolos, alternándolos, sumando otros ritmos improvisados.

La adornamos con otros efectos como ruidos del caballo, comiendo pasto, haciendo ruidos con la boca, relinchos, chasquidos, arrastres, otros, con el fin de enriquecer nuestra secuencia.