Música, Arte e Infancia

Movimiento y música

Concepción de “hombre” para la Expresión Corporal

El hombre, como una unidad única e irrepetible, como una totalidad, un ser íntegro en cuerpo y alma, impregnado de una cultura determinada según las vivencias de la región en donde vive e inmerso en una sociedad que transita un tiempo histórico actual. Este hombre que diariamente “danza” en su cotidianidad, con su cuerpo por variados ámbitos, en velocidades y dinámicas diferentes, comunicándose en su quehacer diario con el mundo que lo rodea.

Ese mismo que, se mueve, con diferentes posturas, expresiones (gestos, miradas, actitudes) y compromete sus emociones. El que construye una imagen de su propio cuerpo progresivamente a través de los aprendizajes a lo largo de toda su vida y al que llamamos “normal, un ser humano medio, del que vamos a hablar, en el nivel de lo que todos los hombres poseen en común y que hace de ellos precisamente hombres”.

Proyectando este ejemplo de hombre al campo de la danza, de la Expresión Corporal y poniéndolo en ejercicio activo, en accionar del movimiento creativo, en la suma hombre + danza, podría decirse que...“La danza es un bien natural y cultural al cual todos tenemos derecho”.

El mismo, debe reconocer su cuerpo, sus posibilidades y limitaciones, sus diferencias globales, específicas y fisiológicas para tomar conciencia y a partir de ahí, ajustar y/ o modificar posturas, equilibrio, flexibilidad, percepciones y sensibilidad en pos de un crecimiento definido y direccionado. A partir de acá considerar la concepción del cuerpo de la cultura oriental (vientre-centro vital- fuente de la fuerza y e equilibrio) y de la cultura occidental (cabeza- funciones intelectuales- psicoanálisis) y generar una conjunción de ambas (lo consciente y lo inconsciente) nos dará como resultado “la imagen de un hombre realizado”. En la formación del hombre íntegro es tan útil que se alfabetice en las ciencias exactas como así en los lenguajes expresivos que son herencia de la tradición cultural de la humanidad.

“Ser luthier de su propio cuerpo” a partir del concepto de “cuanto más puedes percibir y aprender acerca de la realidad de tu cuerpo, tanto más precisa y satisfactoria puede llegar a ser la manera de expresarse con él” - Patricia Stokoe-

El bailarín debe adquirir técnicas para la conciencia corporal y movimientos expresivos más auténticos para consigo mismo y en comunicación con los demás.

Debe apreciar siendo observador, conocedor y criterioso con su producción y con otras obras artísticas. El “hombre que danza” debe ensamblar en un mismo acto el movimiento, la comunicación y la creatividad. La imaginación y lo lúdico no son ajenos a la disciplina. La percepción y la emoción comprometidas en el mismo individuo se entremezclan en su interior activándolo con imágenes y sensaciones, y desde ahí la conciencia se expandirá hacia el afuera. El dominio del tiempo y el cuerpo en movimiento dentro del espacio lo acompañará en el proceso de “danzar su propia danza”, explorando y descubriendo nuevas y enriquecedoras producciones. “Danza libre para un hombre libre” -Von Laban-

 

ISADORA DUNCAN (breves datos)

Dora Angela Duncan, conocida posteriormente como Isadora Duncan, nació el 27 de mayo de 1878 en San Francisco, California.

 

Isadora Duncan abandonó la escuela a la edad de diez años y comenzó junto con su hermana Isabel a impartir clases de danza a otros niños de su barrio, mientras su madre, Dora, daba lecciones de piano para sustentar a la familia y se encargaba de la educación de sus hijos.

Su puesta en escena era también “revolucionaria”, y en cierto sentido minimalista: apenas algunos tejidos de color azul celeste en lugar de los aparatosos decorados de los montajes conocidos hasta entonces, y una túnica vaporosa que dejaba adivinar el cuerpo y entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, frente a los vestidos de tutú, zapatillas de punta y medias rosadas de rigor en el ballet clásico.